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viernes, 26 de febrero de 2010

Munilla y el sentido Teológico de la vida (15 de enero)


El nuevo obispo de San Sebastián ha tardado muy pocos días en mostrar su auténtico fondo de asceta medieval  con unas declaraciones espeluznantes. Munilla ha hecho suyo el cacao mental de una construcción teórica de una iglesia antigua, cerrada, oscura y de vocación martiriológica. Munilla, como todos sus compañeros de banco, aspira al martirio –curiosa coincidencia con los talibanes – despreciando todo lo relativo al hombre físico en favor del espíritu.
Esta separación, esta aspiración de olvidarse del cuerpo material, esa obsesión con lo espiritual  le ha hecho meter la pata hasta el fondo y quedarse desnudo ante la comunidad. Ya he escrito muchas veces que a mí me encantan estas demostraciones de sinceridad que dejan al descubierto la auténtica esencia de la Iglesia Católica. Podemos acercarnos desde cualquier punto de vista, pero al final siempre sale la misma raíz intransigente que se refugia en una espiritualidad artificiosa, meliflua y ñoña.
Cuando Munilla ha comprobado que había armado la marimorena, ha tirado del manual y ha declarado que “hablaba en sentido teológico”. Cuando un jerarca se refiere a ese sentido lo que de verdad querría decir es que “no hablo para idiotas sin formación y sin preparación que no saben distinguir los diferentes niveles de un discurso tan elaborado y armonioso como el mío”. Quieren disimular y que nos les pillen, pero es inútil: la mala calaña se pone de manifiesto una y otra vez.
En el mismo barco, pero en cubiertas diferentes, viajan los que hoy mismo están implicados hasta las cejas en el desastre, misioneros que no han abandonado Haití y sufren con los que llaman sus hermanos mientras Munilla y los de su cuadrilla se preocupan de “su espiritualidad maltrecha”. Son una multitud de miembros de una Iglesia que, de su mano, sería no sólo más popular, sería EJEMPLAR, modélica y respetada por toda la humanidad.
En la radio oigo a un miembro de esa Iglesia sin voz, cura él y comprometido en varios programas de ayuda social: “No respondería a la pregunta sobre el por qué de esa desgracia porque no hay respuesta, me limitaría a trabajar para el hombre”.
Es sorprendente que este cura pertenezca al mismo bando y además de sorprendente, es injusto. Lo es porque sobre su santidad, compromiso y esfuerzo se levantan los castillos de la falsedad, la hipocresía y el poder terrenal al servicio del dinero y el poder político. Su solidaridad se usa de manera torcida y miserable. Su ejemplo se muestra cuando arrecian las críticas para poner su cara más angelical y pasear a la Iglesia del doliente. Son mala gente que usan malas artes.
Munilla y los suyos están copando los órganos de poder del aparato, desmontan el legado del Concilio Vaticano II y la Iglesia retrocede a las prácticas de la primera mitad del Siglo XX dejando en la estacada a esa otra iglesia que se implicó creyendo en un mensaje que los otros enseñan pero no practican.
Y lo peor de todo: Munilla y los suyos asaltan las páginas de este cuaderno con una frecuencia muy superior a la que yo desearía, así que espero que dejen ya de dar la murga y meterse en mi vida.

2 comentarios:

  1. En cuanto a Munilla, estamos de acuerdo pero la religión se puede vivir de distintas maneras. Admiro a los que se han quedado en Haiti ayudando a los que no tienen ni fuerza para mirar al cielo pero nosotros, ¿ qué hacemos ?

    26-02-2010 A.M.

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  2. demasiadas palabras para definir a un hijo de puta

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