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lunes, 10 de mayo de 2010

Los límites de los roles sociales


Hace tiempo que vengo dando vueltas alrededor de un tema sin acabar de ponerle el lazo que acaba el envoltorio, señal de que se ha digerido, analizado y tomado postura al respecto de cualquier cosa; eso que a los 18 años es tan sencillo y que a los 52 nos cuesta un mundo de esfuerzo, matizaciones, particularidades y coloraturas diversas. Partiendo de la base de que el respeto debe ser el marco de toda interacción social, hay que dar un paso más y estructurar el respeto teniendo en cuenta las diferentes jerarquías y valores que constituyen las diferentes posibilidades de las relaciones sociales del hombre.
Como padre, me parece evidente que la evolución del rol obliga a variar nuestra actividad y nuestra orientación desde el control absoluto en los primeros pasos de los hijos hacia un papel más consultivo conforme el individuo crece y desarrolla su propio criterio y forma de entender el mundo.
En el plano laboral es todavía más sencillo, pues el motor que rige toda la interacción social viene determinado por el uso de una sola orientación: la profesional, a cuya sombra se jerarquiza y desarrolla toda la actividad del individuo; por muy complejas que sean las redes que se vayan creando y desarrollando.
Las relaciones familiares, en general, se estructuran en función de la cercanía parental y la afinidad de caracteres, de forma que, más o menos, todos sabemos como comportarnos con el concuñado, suegro o hermano. Reconozco mi absoluta incapacidad para ir mucho más allá.
¿Dónde se dan los problemas? Si compartes mi realidad y no eres sueco o finlandés, en cuyo caso puedes dejar de leer esta entrada pues la amistad es, seguramente, un concepto ajeno y demasiado abstracto para ti, tus problemas se producen en el resbaladizo y poco estructurado terreno de la amistad. Y resbalas porque es imposible ponerle etiquetas, grados o colores a lo que llamamos “la amistad”. Como buen concepto, su abstracción permite una subjetividad absoluta, de forma que cada uno de nosotros entiende la idea de una manera que nada tiene en común con la de otro. Para unos, la amistad es algo que apenas condiciona sus actuaciones, mientas que para otros, entre los que me incluyo, la amistad –esa que se abona y se mantiene durante años con muy pocos damnificados o elegidos, como se quiera –es una relación que obliga con una enorme exigencia.
El Blog de La Cambra de Jorge reclamaba, hace pocos días, distintos nombres para grados distintos de relación personal que, hoy por hoy, solo se pueden nombrar bajo el epígrafe de amistad. Las relaciones amistosas pueden transcurrir de forma tranquila y armoniosa cuando los que interactúan lo hacen en terrenos joviales, tomando copas o bajo las reglas no escritas de actividades lúdicas o deportivas. ¿Dónde encontramos los escollos? Cuando nuestro compromiso nos hace sentirnos obligados a tomar posturas que, reclamando el deber de ese mismo compromiso, nos hacen ser leales a nuestro ideal y enfrentarnos al amigo que creemos equivocado, en mala postura o errado.
Es justo en ese momento en el que nos gustaría ser ingleses y mirar hacia otro lado, pero no podemos, pues el cariño nos habla al oído y nos impulsa a la acción aún a sabiendas de que lo que vamos a hacer no será contemplado bajo la misma luz que nosotros lo hacemos. Vamos, que el afectado puede, muy bien, mandarnos al cuerno y decir que no nos metamos en su vida. ¿Justificación de nuestra acción y nuestra postura? Que su vida, en una pequeña parte, no se explica sin nuestra presencia; exactamente en la misma proporción en la que nuestra vida no se explica, ni está completa, sin la presencia del amigo al que ahora atormentamos.
Si se quiere, y así lo admito, puede decirse que esa es una postura egoísta, pues lo que de verdad queremos salvar es esa parcela propia que tan feliz vive con la presencia del amigo de forma habitual, pero es que estoy convencido de que la vida de todos nosotros sería mucho más pobre y miserable sin la enorme aportación que hemos recibido de parte de nuestros amigos. ¿Alguien se imagina igual sin los amigos de la niñez? ¿De la juventud y primera madurez? ¿No hemos ido descubriendo juntos mundos enteros en los que luchar, ganar y fracasar? ¿No nos dan esas vivencias el derecho y el deber de cuidar de los amigos – del trozo de la propia vida que nuestros amigos nos guardan y protegen del olvido - aún en contra de nuestra comodidad?
Tengo claro el concepto y la exigencia moral a la que me someto, pero no tengo ni la más remota idea de cómo conseguir velar por mis amigos cuando ellos no quieren ser velados. Si alguien tiene la maravillosa receta del acierto, que por favor se ponga a escribir inmediatamente. Se agradecerá.

2 comentarios:

  1. Entender la Amstad. Se dice que cada uno entendemos la amistad, según nuestras propias necesidades, caracter,escala de valores etc etc.
    En principio, no veo mucha diferencia entre la amistad entre parientes (salvo .los hijos...padres donde hay algo quizá genético, quiza de obligación moral y la amistad entre los no parientes. Y no se si por circustancias positivas o negativas cuantas veces no nos distanciamos de un padre, de un hermano ..un hijo y no digo ya una esposa/o o pareja donde socialmente cada vez es más frecuente la 2 o 3 pareja, y en cambio conservamos la amistad durante 30 años de un tipo aparentemente insoportable..¿ que nos aporta y que aportamos?.
    En general aunque depende fuertemente de circustancias geográficas, profesionales, de nuestra propia evolución sicológica en general los amigos de la infancia..hasta el bachillerato son unos, los de la Universidad o primeros trabajos son otros, y los profesionales de la madurez o de tipo social(políticos, aficciones..viajes, y un largo etc) son otros. Creo que además de los factores de dispersión geografica o profesional influye sobre todo nuestra propia evolución, madurez objetivos en la vida etc.
    Yo creo que la amistad son una serie de circulos concentricos que emitimos, afecto, necesidades, coincidencias, sentirnos agusto, necesidad de sentirnos útiles, de realizarnos a través de la solidaridad o la ayuda, alegrarnos cundo le va bien al amigo, inquietarnos cuando le va mal....El amigo tiene igualmente circulos concentricos, no necesariamente los mismos, por diferente caracter, por diferente concepto de la vida o de las relaciones etc pero si hay una serie de círculos que se interrelaciones y donde surge "el espacio comun de la amistad".
    La clave creo yo es que sepamos y aceptemos cual es el último círculo intimo que hay que respetar del amigo, que no puede o no quiere compartir, es decir saber medir la distancia y la cercania. No siempre la sinceridad "absoluta" es positiva, es más yo diría que es uno de los factores que pueden dañar la amistad -o la pareja-.
    Todos -salvo los sicópatas- necesitamos las relaciones sociales o la amistad, para poder identificarse uno mismo. Cuando uno se acerca al ocaso y aunque la memoria es selectiva y falsa uno ha sido o existido en relación a los amigos que ha tenido desde su infancia-aunque ya hayan desparecido de nuestras vidas- pero sobre todo uno es lo que sus amigos han reconocido de él, aunque a veces uno se sorprenda y no se reconozca.
    Y contestando a tu propia pregunta si uno sabe respetar el círculo último de intimidad del amigo y conoce los límites, creo que hay formas generosas de acercarnos al amigo al que respetamos y nos respeta que el amigo aunque no comparta el consejo o la ayuda si entenderá la buena voluntad e intención del otro
    José Luis Gaytán

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  2. En estos momentos, lo mejor que puedes decir: cuando tú quieras, estoy aquí.

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