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martes, 1 de junio de 2010

Absurdos

¡PAZ, COÑO!

Aprovecho la espera en la cola de un organismo oficial para escribir sobre dos acontecimientos recientes que comparten el absurdo de su violencia, origen y futuro. Por ir de menos a más, voy de la crueldad de Alhauin el Grande, provincia de Málaga, hasta la intervención israelí en aguas internacionales asaltando barcos de bandera turca.
Las imágenes del primer hecho hablan por si solas y desmontan cualquier argumento favorable y es ahora, cuando más fácil sería hacer sangre, cuando hay que pelear por lo posible, por lo práctico y por lo racional. ¿Qué pasaría si los antitaurinos cediéramos la mayor, las corridas serias reglamentadas y enormemente aburridas, a cambio de que se erradiquen, de una vez por todas, todos esos aquelarres de crueldad absurda, injustificada y punible? No conozco a un solo aficionado a los toros que ayer no tuviera ganas de emprenderla a mamporros con esos bestias salvajes y borrachos que se ensañaron con las pobras vaquillas; ni uno sólo de los verdaderos aficionados tolera semejante conducta con el toro, al que –una muestra más de lo irracional que domina el mundo de la tauromaquia – adoran, quieren, muchos veneran y, desde luego, todos respetan en su dignidad de animal bravo, peligroso y al que hay que tratar con la misma nobleza en la pelea que él emplea en el ruedo.
Dicen que hay detenidos y desde aquí deseo fervientemente que les caiga encima todo –y si puede ser un poco más –el peso de la ley. Espero una condena ejemplar, que el Ayuntamiento destierre la fiesta con vaquillas in aeternum y que el juez, por una vez, entienda que esas pobres vacas deberían ser el principio de un cambio en las sentencias sobre crueldad animal. En España sale demasiado barato hacer salchichas a un pobre bicho y a veces, incluso está mal visto denunciar al que ejecuta esos actos de barbarie.
Eso sobre las vaquillas, pero resumir en pocas líneas todo lo que implica el acto perpetrado por Israel la pasada noche va a ser poco menos que imposible, de forma que habrá que contentarse con los titulares más obvios. Lo primero que habría que condenar es la aplicación de la teoría de la defensa futurible. Es decir, como me imagino que me van a atacar, ataco. Que se tengan pruebas, que la sospecha sea real o que la cosa sea más o menos descabellada, es lo de menos. Lo más importante es que cambio la percepción general y convierto una agresión descarada en una acción defensiva. Señores: no cuela. Israel es culpable de un claro acto de agresión. Primer titular.
Segundo titular: nuestros soldados respondieron a una agresión. ¿Es que los soldados esperaban asaltar los barcos y recibir flores y café caliente de desayuno? Seamos serios: los que se defienden de un abordaje, no agreden: pelean por su libertad, que no hay mucho más que añadir. Por otra parte, el que diseña el operativo no se ha comido mucho el coco: en lugar de usar la fuerza de barco contra barco; ir subiendo el tono de la acción, no: a por uvas desde el minuto uno. Asaltamos desde los helicópteros. Al que ha diseñado la acción habría que mandarlo al ostracismo, que no se puede ser más malo.
Tercero: la Otan reclama la liberación inmediata de los prisioneros. Israel tenía que haber pensado que el barco pertenece a una nación que es miembro de la Otan y además, miembro importantísimo, pues constituye la primera línea del frente de defensa: tanto del original, contra Rusia, como del moderno, Irán e Irak.
Por si alguien duda, no salvo por completo a ninguno de los estados en conflicto, aunque me inclino un poco por el pueblo Judío a pesar de que sus gobiernos hagan demasiado el bestia, pero esto tiene que acabar. No podemos seguir en este estado de cosas como si fueran normales. La zona de Palestina, Oriente Medio o como se quiera llamar lleva siglos de sangre encima y hay que FORZAR una solución que evite la eterna condena de generaciones enteras sometidas al odio, la guerra, la pobreza, el miedo y la venganza. Israel tiene que ser generosa y los palestinos conscientes de que jamás, reitero, jamás, conseguirán nada por la fuerza; sólo su destrucción y sufrimiento.
Al final, dos hechos aislados que dan la razón a los pesimistas que sostienen que lo mejor que podría hacer el hombre es autodestruirse, pues la humanidad, como especie, como género, no tiene más futuro que el triunfo de lo peor de sus instintos, nunca de los valores de justicia, equidad, compasión, solidaridad y generosidad. Pena da que vayan a tener razón, pero tiene toda la pinta.

1 comentario:

  1. Todas las generaciones han sufrido vejaciones y las consecuencias del odio, la crueldad y la ambición de los poderosos.
    El pesimismo lleva a la destrucción del que se deja llevar por él. No caigamos en esa trampa. Todavía hay seres buenos y generosos en el mundo capaces de luchar por la justicia.
    12-junio-2010 a.m.

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