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viernes, 18 de junio de 2010

Estupideces



Leo algunos titulares que informan del malestar de algunos sectores y medios por la coloquial denominación de la selección española como “la roja”. Julio Ariza, capo de Intereconomía pretende que hablemos de la “rojigualda” y pienso en lo estúpidas que pueden llegar a ser determinadas personas y en las ganas que tienen esas mismas personas de tocarnos un poco los cojones.
También pienso en la ponencia de Camilo José Cela actuando en calidad de senador por designación real al definir la bandera española como roja, amarilla y roja, “so cursis”. Nunca más nadie reivindicó la definición de “gualda” para el sencillo amarillo. La academia define el color como “amarillo del mismo color que la flor de gualda”. Vamos, que queremos defender el valor de la parte en oposición al todo.
Los símbolos cuentan, los nombres también. Uno tuvo un comandante de la mili que no soportaba que se calificara de rojo a nada: todo era encarnado. No se comía ensaladilla rusa sino nacional. La dictadura nos quitó muchas cosas, incluso el sencillo color rojo, culpable de no se bien qué, pero culpable.
¿Será posible que todavía estemos en esas cosas? ¿Es posible que alguien se moleste por esa demostración de ánimo, de forofismo, de identificación con el equipo de todos? ¿Es posible que estos imbéciles pierdan el tiempo en esas cosas?
Tamaña muestra de gilipollez no puede ser gratuita y demuestra que la caverna mantiene intactas sus esperanzas de reconquista: quieren barrer y expulsarnos a muchos de la vida pública y privada de este país. No tienen barreras, no tienen freno a su inmensa ambición de mandar por encima de todos; sólo tiene que haber un criterio, una opinión y una forma de ver la vida: la suya. Da miedo pensar en lo que estas gentes podrían hacer si no fueran una minoría que no puede desafiar, de momento, la convivencia de todos.

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