Bienvenido a mi blog.

Por favor, participa, deja tu comentario y marca si te ha gustado o no.
Muchas gracias por tu tiempo y tu atención.

lunes, 23 de agosto de 2010

ESCRITO EN LA ARENA

El calor aprieta, el verano pasa, así que uno se va tres día a remojarse la barriga y se escriben tonterías. Helas:

BELLEZAS SEDENTES


En verano, durante lo más caluroso del tiempo dedicado al sol y al gusto por la sal, la playa se convierte en un museo antropológico que nos muestra el amplio espectro de la normalidad del hombre.
Bajo el sol del verano se liberan lorzas y michelines; sexos olvidados en invierno y pechos –de diversas turgencias y texturas – gritan al aire la alegría de su liberación buscando compañía y las calvas lucen rojas anunciando el próximo eritema solar.
El muestrario es amplio, pero todos sus componentes se rinden y subordinan al reinado de las bellezas sedentes. Estas lánguidas bellas, que suelen rondar los 18 o 20 años, se exhiben quietas y altivas en una postura estudiada y pretendidamente escultural. Sentadas sobre la arena, los brazos hacia atrás, la barbilla erguida y la barriga metida por encima de un par de piernas perfectamente dobladas, desprecian al resto de los mortales a la vez que les regalan el inmenso don de la contemplación de su belleza.
En dos décadas, ellas mismas serán parte del resto del muestrario, pero ahora decoran las playas luciendo carnes morenas y altivez en las tetas.

MARCADO EN LA PIEL


Cada uno lleva un verano distinto marcado en la piel. Ellos –algunos ellos – la sombra del trabajo y de su ropa; del brazo izquierdo abrasado por la envidia del aire acondicionado y que proclama su condición de moderno proletario pero ellas - las soñadas ellas – se dejan marcar la piel con la huella externa de su moralidad asumida.
En la piel femenina se marcan los sueños propios y ajenos; la sexualidad proclamada y la sexualidad reivindicada a escondidas de ambientes restringidos y conocidos.
Como el ganado de siempre, el ganado humano se deja marcar por el fuego del sol veraniego esperando el alivio del invierno.

MOMENTOS DE LUCIDEZ


La mente humana, ese artilugio que tanto ha condicionado nuestra evolución como especie, ofrece, de vez en cuando, muestras de que la naturaleza ha hecho –está haciendo – un gran trabajo.
Newton ve caer una manzana y ¡ZAS! ya tenemos encima de la mesa una ley de gravitación universal. Darwin ve a unos pajarracos con picos distintos y el Vaticano patas arriba durante doscientos años, pero esos grandes y famosos momentos no son nada comparados con la genialidad oscura de la vida cotidiana.
Cada día, el intelecto del hombre avanza, crea, resume, sintetiza, relaciona y concluye teoremas, axiomas y reglas con las que rige y organiza su propia vida en el silencio del anonimato.
Ayer, tras la prolongada y siniestra vivencia de dos años de pesadilla, mi mujer alumbró una definición que cientos de congresos de endocrinología no podrían mejorar jamás: “La menopausia significa que ante la elección de tener sexo o hacer unas lentejas, te pongas a hacer lentejas”. Inmejorable.

EL MEDITERRANEO Y LA PALABRA


El mar interior, el espacio en el que los pueblos de sus riberas viven y desarrollan sus necesidades intelectuales, el mediterráneo, ha consagrado la vida de sus gentes a la gloria de la palabra. Ese mar azul ha sido Oikumené; mare nostrum, el pueblo de la lengua común, y hoy, patio de vecinos mal avenidos que añoran los tiempos en los que ir de casa en casa era motivo de fiestas y celebraciones rendidas a la magia de las nuevas historias traídas en el viento de las velas.
Es el Mediterráneo un mar consagrado a la creación de mundos efímeros y perfectos; mundos enteros nacidos de la apacible charla de allegados reunidos en torno a la mesa, el fuego o la cosecha.
El nórdico es un pueblo consagrado a la reflexión metódica y silenciosa; pero el sur hace explotar sus ideas en cada charla y los universos surgidos de la idea viven y mueren sin otra vocación que ser completos hasta que surja la siguiente idea con la que originar un nuevo universo.
Me agradan mucho esos mundos efímeros que se hunden para siempre en el apacible murmullo de sus tranquilas orillas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario