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miércoles, 4 de agosto de 2010

Vix Natura Medicatrix


Los antiguos médicos griegos y latinos mencionaban esta máxima, el poder curativo de la naturaleza como preludio al “dejar hacer a la naturaleza” que tantas veces hemos oído. Estos días, en los que el mes de agosto invita a la huida y los que nos quedamos trabajando podemos bajar un poco el pistón y dedicarnos a faenas propias del tiempo libre, los paseos por el campo confirman esa máxima.
En los caminos se cruza la vida, se ven conejos, perdices, abejarucos, reptiles de toda especie y hasta rastros extraños que en mi ignorancia no soy capaz de identificar. Es la naturaleza que resurge con fuerza en cuanto bajamos un poco la presión. El otro día, por la noche, un búho vino a posarse en la farola que está junto a la puerta de casa, otra especie que necesita un poco de sosiego y calma para reproducirse.
Siempre me he preguntado en lo que sería la zona en la que vico si la gente dejara en paz a los animales que ahora la pueblan o que un día estuvieron presentes en ella. Un ejemplo es el de los cuervos, pájaro por el que siento una inclinación especial y que me apreció ver el otro día en un paseo de atardecida. Se los cargaron por no se que extraño bulo de que atacan al ganado.
Siempre pongo el mismo ejemplo cuando hablo de estos temas, pero es que es tan sencillo de comprobar que no comprendo cómo no se ha generalizado: las Islas Medas. No creo que esta zona especialmente protegida tenga mucho más de cuatro kilómetros cuadrados y sólo con esa pequeña extensión genera millones de euros cada año, tanto en turismo de inmersión como en beneficios directos a la pesca. Cuatro piedros mal contados están dando vida a toda la zona y eso solo con solo dejar que la naturaleza se organice solita.
Llegará Octubre, llegarán los “yonkies” de la caza, esos remedos de Orzowey patéticamente disfrazados de camuflaje militar y la naturaleza volverá sentir las heridas de una presión absurda y desmedida que no deja en paz ni a las hurracas. Lástima.
Curiosidad: He puesto el título en el orden que lo recuerdo y, al comprobarlo, me lo he encontrado de todas formas: natura (o naturae) vix medicatrix; medicatrix vix natura etc. Vamos, una coña.

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