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jueves, 10 de marzo de 2011

Espinas en el pene... y rosas en la cara, airosa caminaba...

Mejor no demos ideas, que la industria del latex ya tiene bastante imaginación.

Leo, y juro que no es cachondeo, (http://www.periodistadigital.com/ciencia/ser-humano/2011/03/09/como-perdio-sexual-hombre-placer-hueso-mono-pene.shtml ), que el pene del hombre no tiene espinas gracias a la pérdida de un trozo de ADN codificante y eso gracias a no se que estudio de la Universidad de Stanford, que se habrá gastado una pasta gansa investigando el notabilísimo hecho. El estudio en cuestión busca el conocimiento de las secuencias genéticas que determinan la presencia, o ausencia, de determinadas características o formaciones anatómicas y poder manipular esas secuencias de cara a la generación de terapias concretas.
Todo esto me lo imagino yo y entiendo que, hasta aquí, la cosa es normal, por mucho que el redactor de la noticia (la fuente no da para más) vaya buscando una conclusión o sugerencia bastante más disparatada que esa. Uno de los párrafos dice, ya cerca de las conclusiones, (Sic) “Las espinas del pene son comunes en otros animales, incluyendo los chimpancés, macacos y ratones, pero una morfología más simplificada tiende a asociarse con la conducta monógama de ciertos primates.”
Estos tíos, cuando se ponen a desbarrar, son capaces de cualquier cosa, incluida la más burda manipulación de cualquier sesudo estudio científico. Vamos a ver, angelito, ¿me puedes correlacionar la ausencia de agallas con la curiosa tendencia humana a la estupidez? Imagino que, según esas cuidadas conclusiones, la ausencia de rabo está directamente relacionada con la necesidad de llevar pantalones o con la tendencia del ser humano a darse por saco con determinados temas.
No hay nada más idiota que la religión hablando de ciencia ni nada más patético que un científico intentando la demostración de los dogmas. La monogamia, que además de ser escasa en las sociedades primitivas, es bastante antinatural, es sólo una de las posibilidades que tiene el ser humano de organizarse y lo de la ausencia de espinas es, como mucho, un detalle de la madre naturaleza con nuestras chicas, que bastante tienen ellas con lo que tienen encima. Si además de malos tratos, machismo, menos sueldo y puteos laborales, tuvieran que aguantar las espinas de nuestros penes, la cosa ya sería para nota.
Ayer, día internacional de la mujer, tenía que acabar así, con una noticia que hablara de ausencia de espinas en el pene de los niños. ¿Es que de verdad merece la pena defender la libertad de prensa para que nos cuenten estas gilipolleces? Pues bueno, la verdad es que, por lo menos, a mi me ha servido para escribir esta tontería, colocar al soporte que la publica en el lugar que se merece y dar gracias a ese diseño que, esta vez si, se ha mostrado como verdaderamente inteligente y no como cuando quiere desbancar a Darwin de los libros escolares. De todas formas: seguro que los defensores de ese llamado diseño inteligente, jamás utilizarían el ejemplo de marras para hacer valer sus posturas, me juego la barba.

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