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martes, 5 de abril de 2011

Desfila el mundo

Un mundo que se regenera con la cadencia de la luz verde.

Sin darnos cuenta, cada día el mundo organiza su desfile y pasa frente a nosotros sin que muchos se den por enterados. Cada semáforo de cada calle, de cada ciudad, cada esquina del tercer mundo en la que se paran los coches –si es que se paran – deja ver muchos mundos que pasan delante exhibiendo su particular manera de entenderse.
Desde la particular visión de la moto, menos protegida y mucho menos aislada del propio desfile, las características de cada calle y de cada peatón se manifiestan con mayor intensidad. No es lo mismo el apresurado paso de los que pasan delante en la Calle García Noblejas a las 8 y 50 minutos, casi llegando tarde, que aquellos que se dejan llevar por la suave marea de Gran Vía a las 8 30; hora de nadie que les permite ver el mundo pensando en el café que les espera antes de fichar.
Tampoco la moda es igual en Las Cibeles o en la Puerta de Alcalá, lugares en los que es posible ver un muestrario de moda y lujo desconocido en otros lares. Divertido eso de contemplar las diferencias, pero es que si esa visión la hacemos más pequeña y la acercamos a lo que ocurre en el pequeño universo que se forma entre luz verde y luz verde, veremos que el comportamiento de los que pasan delante reproduce toda la catalogación de tipos, neuras y conductas que la Psicología cataloga para la especie.
En cada entrega encontramos al ansioso, al rápido; al suficiente, al presuroso, al neurótico obsesivo que mira al muñeco verde esperando que se ponga rojo; también al lento, al premioso insolidario que retarda la marcha para que los coches se tengan que retrasar, al chulo inseguro que se exhibe mirando, de reojo, por si tiene que descomponer la figura y salir corriendo y también, casi siempre, al suicida que se juega la vida para apurar el último segundo de paso franco.
En cuanto a modas y vestimentas, un verdadero despliegue, que en el centro se mezcla todo: pijos, dandis, busconas, tribus urbanas de todo pelaje y condición, oficinistas pulcros y anodinos, ejecutivos con toda la panoplia de convencionalismos encima; tacones, bailarinas, abrigos, cazadoras... todo un curso de sociología que se desliza ante nosotros dos veces por minuto. Para que luego digan que la calle no enseña: lo enseña todo.

2 comentarios:

  1. Es cierto que los pasos de peatones nos muestran, casi siempre, la buena o mala educación de los peatones, entre los que me cuento. Ahora espero siempre el principio de la luz verde porque más de una vez me han dado un empujón para situarse en primera fila y salir casi casi cuando los coches no han parado todavía.Suele llamarme la atención la expresión de las personas que en estos momentos de espera reflejan un montón de sentimientos que dejan aflorar, sin darse cuenta, mientras esperan.
    a.m.

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  2. Es cierto, la moto da para mucho.

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