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sábado, 4 de junio de 2011

E. Colli: Mutatis mutandi

Simple y mortal un mecanismo sencillo se ha puesto en marcha y la humanidad tiembla.
La sanidad mundial anda detrás de una pista esquiva con consecuencias mortales: una simple bacteria ha decidido mutar su ADN y la medicina se vuelve loca sin encontrar una solución adecuada. El ser humano se rebela, loados los cielos, ante la inevitabilidad de la enfermedad y en el último siglo los avances han sido tan enormes, tan cotidianos, que nuestra vulnerabilidad nos sorprende, nos resulta extraña y ajena.
Los organismos, aunque los creacionistas lo nieguen, mutan, cambian y se adaptan al medio en el que deben sobrevivir y es, justo en ese campo, donde somos culpables del todo. Hemos abusado de antibióticos sin medida ni control, sin tener en cuenta que cada tratamiento incompleto, cada pastilla mal empleada, cada uso irregular ha facilitado la supervivencia de cepas nuevas que son capaces de enfrentar nuestros medicamentos y seguir viviendo.
Somos nosotros los que creamos monstruos capaces de matarnos, pero esta cepa, esta humilde variedad de escherichia coli no es más que una avanzadilla de la tropa que vendrá: hemos tenido gripes aviares, porcinas, VIH: la naturaleza ensaya. Un día, probablemente no tarde demasiado, algún virus encontrará la llave de nuestra inmunidad y reventará el sagrario para diezmar al ser humano. Utilizo el término sabiendo que una muerte de cada ser humano vivo no es una gran ayuda para la naturaleza, de manera que es muy adecuado esperar algo como un azote del 30 o 35%, cifra que no es descabellada para los usos y costumbres que se gasta la niña.
¿Y? No significará nada, simplemente una gran parte de la humanidad morirá como consecuencia de que una simple bacteria como ésta, que habita en nuestras tripas desde siempre sin consecuencia negativa ninguna, se habrá cabreado y sus infecciones serán mortales. No pasará nada, sólo la comprobación de que la selección natural funciona y funciona muy bien.
El ser humano está alcanzando unos niveles de presión sobre virus y bacterias que consigue una selección imposible de lograr en circunstancias naturales. Cada vez tenemos más antibióticos y más antivirales; más agentes asesinos que llevan a los organismos al límite. Los que sobreviven son una especie de súper-organismos capaces de hacer mucho daño sin que podamos defendernos. Ellos, los que nosotros creamos y fortalecemos, serán nuestros asesinos. Una curiosa lección.

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