Bienvenido a mi blog.

Por favor, participa, deja tu comentario y marca si te ha gustado o no.
Muchas gracias por tu tiempo y tu atención.

sábado, 23 de julio de 2011

El Balance Egoísta

Los que saben son capaces de decirlo mejor y mucho más corto.
 
Desde que Richard Dawkins, últimamente más conocido por su lucha contra el fundamentalismo religioso, escribiera su ensayo “El Gen Egoísta” la humanidad ha dado un paso más en el plano del evolucionismo social, generando el perfecto ambiente para un nuevo concepto: el balance egoísta. Voy a intentar explicar la idea.
Según lo que yo interpreto como núcleo central del modelo de  Dawkins, los organismos vivos son meras estructuras funcionales al servicio de un fin absoluto, único y fundamental: conseguir la duplicación de la molécula básica capaz de poner en marcha ese proceso de duplicación: el gen. Ese es un punto de vista que dinamita muchos de los conceptos habituales aplicados al estudio de las especies, empezando por ese criterio jerárquico que nos seduce con la idea de estadios sucesivos que “avanzan” hacia la consecución de una especie superior, verdadero y último fin del proceso vital. Este planteamiento, que estaba generado e imbuido por la idea imprescindible de un dios “planificador” de todo, un dios cosmogénico a cuyos designios obedece todo, reduce a todos los organismos vivos que habitan el planeta al papel de simples máquinas subordinadas a la ejecución de copias de aquel gen original capaz de poner en marcha el proceso de “fabricación”. Cuantas más copias y más fieles logren realizar “las máquinas”, incluido el hombre, mejor que mejor. Aceptado este hecho, es posible que el organismo más eficaz, el “mejor”, el que ocupa el cénit de la eficacia funcional sea algo tan minúsculo, invisible, ignorado y despreciado como un virus; organismo que, a la hora de conseguir réplicas de si mismo, se las pinta sólo.
¿Y que tiene esto que ver con nosotros y con los balances financieros? Vamos con ello. Hasta la caída del muro de Berlín, ese histórico momento en el que la Unión Soviética rinde todas sus plazas y los “neocons” se adueñan del pensamiento único enterrando las ideologías, la humanidad buscaba, de diferentes formas y maneras, el sistema que permitiera que al hombre alcanzar sus mejores estadios: espirituales para unos, intelectuales para otros, pero ambos se daban la mano al considerar al hombre, a su libertad, y al alcance de los mejores logros del hombre como el fin superior y común  a cualquier modelo. Como todos sabemos, las enormes diferencias se basaban tanto en la forma de analizar la realidad, como en la selección de los mejores métodos para lograr sus fines.
El  hecho es que, mientras el comunismo soviético y otros sistemas satélites, fracasaban miserablemente en un espectáculo de corrupción, crueldad y falta de libertades, el capitalismo de principios del Siglo XX desaparecía devorado por un hijo ambicioso y desbocado que sólo busca el beneficio económico inmediato sin aceptar barrera alguna. Así pues, el Siglo XXI nos alcanza sin sistemas sociales que sirvan a una ideología basada en el desarrollo integral del hombre, en todos sus planos y facetas: nada hay que sea la piedra angular de ningún proyecto al servicio del ser humano. No hay hombres en el alma de los sistemas que ahora nos gobiernan: hay...¡efectivamente!: BALANCES. Todo lo que el hombre es y puede llegar a ser se orienta a la generación del mejor balance posible, aquel que vuelve locas a las bolsas y hace que los inversores sufran orgasmos y paroxismos de felicidad.
Las empresas de hoy sueñan con China como paraíso para los modernos esclavistas: un país con cerca de mil millones de esclavos al servicio de casi sesenta millones de millonarios. Esa es la moderna Jauja del nuevo macro-organismo dominante: el balance; esa especie de hormiga reina que se sitúa en el centro de las corporaciones para hacer, de nuestras vidas, un mero proceso productivo que aumente las cifras positivas de ese gráfico en permanente ascensión a la nada. Ese es el moderno gen egoísta, el que ha conseguido que nuestras vidas se entreguen a su causa. Lo llevamos claro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario