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domingo, 24 de julio de 2011

Genio y Tragedia

Tres genios de la mano: García Lorca, Camarón y Paco de Lucía.
No es que sea yo muy forofo del flamenco, pero en pequeñas dosis...
El mundo está hecho para ser habitados por nosotros, los normales, los que ajustamos nuestros ritmos y nuestra percepción de la realidad a lo que nuestros organismos pueden asimilar y soportar. Pero hay otros cuya percepción llega a unos espacios que los demás sólo intuimos a través de la obra de esos genios y bastan esos retazos para que nos quedemos abrumados por la magnitud delo que nos han puesto delante.  Si las sombras de esos mundos nos deslumbran, ¿que ven ellos?
Esa es una pregunta cuya respuesta podría esconderse tras las muertes de muchos de los muchos genios autodestruidos en busca del sol. Como Ícaro, estas almas son capaces de elevarse en una hipersensibilidad desbocada y muchas veces potenciadas por psicotrópicos, drogas y cualquier sustancia que, por un lado les ayude a contemplar lo que sólo ellos ven y por otro, les evada de una realidad que les decepciona.
Atrapados en el mundo de lo normal, sueñan con elevarse hacia una realidad subjetiva que les atrae y cuyo contraste con la mediocridad que les rodea y decepciona les hace correr tras el rastro de sus sueños perdidos.  Sus días se convierten en condenas de aburrimiento, tedio, incomprensión, insatisfacción y subidones químicos que acaban por llevárselos por delante.
Son hipersensibles a la estética de las manifestaciones artísticas cuyas limitaciones acaban por destruirlos al ser incapaces de asumir y conformarse con las imposiciones y limitaciones que impone la realidad. Tienen un mundo interior que no pueden trasladar a la realidad y eso les hace explotar. Como Stendhal ante la contemplación de la belleza, estos seres torturados acaban en una especie de estado de estupefacción hiperactiva que los quema y los destruye. No conocen la felicidad y no hay nada que les calme; solo la muerte parece ayudarles a encontrar la serenidad.
Todos admiramos el resultado de las creaciones que a ellos les destruyen, pero ¿realmente envidiamos sus vidas? Claramente, no: somos demasiado normales para querer alcanzar la gloria de la perfección o morir en el intento.
El sueño va sobre el tiempo
Flotando como un velero
Nadie puede abrir semillas
En el corazón del sueño

El tiempo va sobre el sueño
Hundido hasta los cabellos
Ayer y mañana comen
Oscuras flores de duelo

Sobre la misma columna
Abrazados sueño y tiempo
Cruza el gemido del niño
La lengua rota del viejo

Y si el sueño finge muros
En la llanura del tiempo
El tiempo le hace creer
Que nace en aquel momento
 
El sueño va sobre el tiempo
Flotando como un velero
Nadie puede abrir semillas
En el corazón del sueño


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