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miércoles, 17 de agosto de 2011

Los talentos de la parábola

¿Que esperaban? ¿Que les dieron?
Decía el romance del Cid "...que buen vasallo, si lo hobiese buen señor"
Pues eso, un poco de emoción y de alegría, monseñor.
Cuando yo era pequeñito, hace de eso demasiados kilos y demasiados años, venía a darnos clase de religión –junto con las asignaturas de educación física y Formación del Espíritu Nacional, si, esa, la de la familia, el Municipio y el Sindicato Vertical, una de las tres marías– un curilla de muy cortas entendederas obsesionado con dos cuestiones que, para él, eran absolutamente trascendentes: el camino de Abraham y la parábola de los talentos.
Del primero no he vuelto a oír hablar a nadie, que la normalidad suele evitar el escabroso tema del filicidio y no suele estar muy bien visto, aunque oigamos voces divinas que nos lo exijan. En cuanto a la parábola de los talentos, me gustaría que ese curilla –cuyo nombre he podido olvidar gracias a lo poco que influyó en mi vida – pudiera repasarla con su Arzobispo, el inefable Rouco Varela, derrochador de patrimonio donde los haya y que ayer dilapidó un capital inmenso de ilusión, entrega, energía y militancia. Y voy con la explicación, tranquilos.
Si a cualquier director de comunicación, de marketing, líder político o showman le hubieran entregado, en bandeja y atados de pies y manos, a cientos de miles de adeptos-clientes-acólitos disfrutadores del mensaje tal y como ayer se le entregaron a Rouco, nos organiza la mundial. En lugar de emocionar, de elevar, de contagiar entusiasmo, valor y confianza a un auditorio que venía hasta Madrid en busca de afirmación y apoyo, Antonio María Rouco Varela puso todo su empeño en ...dormir a las ovejas. Debe ser que con tanta metáfora de corderos y rebaños el hombre se contagió, pero aquel curilla que venía hasta el Ramiro de Maeztu a reclamar que usáramos bien los talentos que nos habían sido dados, le hubiera echado un chorreo de padre y muy señor mío.
¿Cómo es posible hacerlo tan mal? ¿Cómo es posible que a alguien se le entreguen tantas ilusiones y devuelva tanto aburrimiento? ¿Quién ha sido el irresponsable de tanta chapuza escenográfica? Dejando al lado eso de que el micro no funcionara, la música no podía ser más chusca y ramplona, como si en los siglos de historia que tiene la Iglesia no hubiera la suficiente música sacra como para emocionar hasta a las piedras. ¿Tenemos que reivindicar a Mozart, Bach y compañía a estas alturas? Y en cuanto a sus dotes de comunicación, sin palabras: por no dejarse olvidado ningún posible error de libro, hasta nos hizo el numerito de la pelotilla salivar sorpresiva; aquella que en nuestros años infantiles nos atemorizaba constantemente y nos hacía odiar a sacerdotes y profesores que lanzaban tan asquerosos proyectiles en sus clases y en sus misas.
Tuvo en sus manos la consagración de muchos sueños y los dejó olvidados tras la estela de casullas, escenarios y blancos paraguas que ponían de manifiesto la realidad de un enorme acto de autocomplacencia de la jerarquía, ajena por completo a la emoción derrochada por esos miles de jóvenes entregados a la confirmación de su ilusión. Que yo piense que están equivocados y que todo es un burdo negocio y un montaje manipulador para seguir mandando, no me impide ver y sentir que esa gente necesitaba otra cosa muy distinta a la que le ofrecieron ayer. Se irán conformes –son muy bien mandados – pero en el fondo sabrán que no les dieron lo que pedían con tanta fuerza: apoyo y entereza para llevar su equivocación con orgullo y convencer a otros de que son muchos y son buenos.
Otra cosa es que lo sean, que si todo eso fuera verdad y lo llevaran a buen término, todos sabemos que el mundo sería muy distinto. Tras estos días de santidad viene la vida y las operaciones cóndor y la represión ideológica de tantos y tantos sacerdotes y teólogos que no aceptan las imposiciones; y viene la discriminación a la mujer y vienen siglos de historia que mantienen cautiva a la Iglesia en su negocio.
Rouco reivindicó las raíces cristianas de España olvidando siglos de persecución, de falta de libertad de pensamiento, de expulsión de judíos y moriscos, de procesos de Zugarramurdi, de tanta oscuridad que los últimos treinta años apenas alcanzan para rasgar la negrura de la historia con un rayo de luz esperanzada.
Rouco ha movilizado influencias a favor de los peregrinos en forma de bonos de comida y abonos de transporte; ha buscado alojamientos gratuitos y ha obtenido de la administración toda clase ayudas para el auto homenaje de la Iglesia. ¿Puedo sugerirle que use esas mismas influencias para conseguir un trato igual destinado a los parados? ¿Puede pedirle a Comunidades y Ayuntamientos un abono transporte para los parados en iguales condiciones? ¿Sería posible que Telefónica, El Corte Inglés, el Holding Arturo y demás patrocinadores hicieran, con sus productos y servicios, lo mismo que han hecho para los peregrinos? Y que conste que se y valoro el enorme esfuerzo de Cáritas en comedores y otras ayudas, que no se me olvida, ojo.
Piense, Don Antonio María, que sus peregrinos son 600.000, pero que en España, sólo en España, hay casi cinco millones de parados. A lo mejor, atender a ese mercado le sale entable, incluso más rentable que atender a clientes ajenos o de otras diócesis.
Nota: Para todos aquellos a los que tampoco nadie les explicó jamás lo que de verdad era un talento: peso en plato o en oro que un hombre podía transportar de una forma más o menos cómoda y que en función de la época y el lugar oscilaba entre los 21 y los 32 kilos. Una pasta, vamos.

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