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miércoles, 28 de septiembre de 2011

Recortes ... de las narices

¿A ver si Forges, como casi siempre, va a tener razón? Y es que los genios...
La moda se ha consagrado y en nombre de los recortes ya vale todo: cerrar ambulatorios, reducir el número de operaciones –que como todo el mundo sabe son un lujo innecesario; que la gente se opera para pasar el rato- y poner a circular profesores o no pagar abogados de esos que atienden a la chusma; lo del turno de oficio ese que no sirve para evadir impuestos.
Nuestros políticos se han instalado en la desfachatez y ya han perdido vergüenza, pudor y discreción entregados a la orgía del recorte. En este país, que destina más de trescientos millones de eurazos a las televisiones públicas –manda huevos, que decía el otro- nuestros políticos prefieren verse el careto en las pantallas que curar a los enfermos o educar a nuestros hijos. ¿Es que somos todos gilipollas? ¿Es que con esas teles nos hemos idiotizado del todo?
De la misma manera que me niego a hablar de crisis en lugar de “consecuencias de la estafa, voy a empezar a negarme a usar la obligada expresión “recorte” por la de “sensatez”. Lo que necesitamos no es recortar una mierda, lo que necesitamos es sensatez y sentido común; necesitamos preguntarle a la gente por lo que haría en el lugar de esos jetas que prefieren que veamos idioteces por la caja tonta en lugar de gestionar la educación como la educación merece.
Mas, en Catalunya, mantiene una TV3 que no es imprescindible, cuando estar sano si lo es. Esperanza, en Madrid, está dejando la “res pública” como un solar lleno de mierda para que su amiga Figar se lo pueda regalar al OPUS y hacer colegios con segregación de sexos. Lo de Cospedal en Castilla la Mancha es de aurora Boreal y si queda alguno del PSOE en el poder la estará cagando con igual maestría, que a nadie le quepa duda al respecto.
Necesitamos sensatez en la gestión pública y exigir una gestión adecuada para siempre, no para ahora y sobrevivir a la estafa y a la especulación financiera, no: necesitamos que desde ya el dinero publico sea objeto de mimo y cuidado exquisitos; que antes de gastar un euro del patrimonio común, los gestores se lo piensen muy mucho y vayan con mucho cuidado. Y si hay que exagerar, se exagera con uno mismo, que a Olof Palme se lo cargaron cuando iba camino del metro como un señor, y eso que en Suecia hace un frío de narices.
Menos recortes y más neurona, ¡xxxxx! (póngase el taco que cada uno prefiera.)

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