¿Cosas de familia?

Hace tiempo que me cuestiono la enorme dificultad con la que España se relaciona con toda latino américa y la verdad, me parece que toda mi sesuda profundidad en el análisis no pasa de rascar esa estereotipada superficie plagada de tópicos que todo lo contamina.

Las noticias son preocupantes y nos llegan desde todos los lados. Argentina orienta las banderas de la causa nacionalista contra Repsol y contra el jamón ibérico, al que cierra fronteras sin causa justificada alguna. Brasil endurece los requisitos de entrada a los turistas españoles hasta el absurdo en venganza por haber recibido el mismo trato en Barajas y todo eso mientras Evo Morales se apunta  a la juerga de las nacionalizaciones. Lo de Venezuela lo dejamos en otro lado y los cubanos no entienden que España se deje comer  el terreno por Francia, Italia y no se cuantos más.

La conclusión clara es que no nos entendemos y que la cosa no funciona, pero lo malo es que nadie se ha puesto las pilas para arreglar el tema. España se siente ofendida en su papel –absurdo por otra parte –de “pater familia” y los diferentes países parecen reivindicarse a sí mismos y a sus esencias en la venganza contra ese padre autoritario sin preocuparse de construir algo más estable para asentar su futuro.

Bajo un liviano velo de educada cortesía, yace un odio feroz y contumaz que no acabo de entender en ninguna de las partes. España debería abandonar el deje autoritario con el que una parte importante de su ciudadanía –muy de derechas, habitualmente – mientras que algunos políticos de la zona podrían olvidarse de hacer populismo a base de enseñar al pueblo la proeza de haber matado al padre; el mismo que lleva muerto mas de dos siglos y que hoy, tiene la culpa de muy pocas cosas de las que hoy ocurren.

Sin compartir mucha parte del criterio de Vargas Llosa, algunos párrafos del discurso de aceptación del premio Nobel, me parecieron brillantes y muy acertados. Los países de Centro y Sur América que fueron colonias españolas han tenido tiempo suficiente como para avanzar en la construcción de su particular realidad; son lo que son en función del resultado de decisiones propias cuyas consecuencias deben asumir o cambiar según su propio criterio sin mirar hacia el ausente padre reivindicando una niñez lejana y sin remedio.

Ante una situación tan tensa y absurda como la que ahora atraviesan las relaciones con Argentina, Bolivia, Brasil – primos extraños – Cuba, Venezuela y choques puntuales con otros como Ecuador, no podemos quedarnos de brazos cruzados pensando que esos son cosas de familia, pequeñas diferencias y mandangas semejantes. Salvo el caso de Argentina, ante cuya realidad me confieso ignorante, impotente, atónito e incapaz de entender las claves que mueven ese eterno peronismo camaleónica capaz de orientarse a la derecha, a la izquierda y que contemplo como una excusa al servicio del que ostenta el poder para enriquecerse de la manera más escandalosa posible, en el resto de los problemas cabe sentarse a trabajar con sensatez y método para conseguir unas relaciones normales. Simplemente normales como las que se tienen entre países que se relacionan en un contexto internacional ordenado y jurídicamente estable.

Lo demás,  lo de seguir dándonos voces y profiriendo amenazas en las comidas, me parece que no nos lleva a ningún lado.