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miércoles, 27 de junio de 2012

La caída de Ashera

Ashera, esposa de Yahvé desterrada de la religión masculinizada.
¿Primera víctima de la violencia de género?
Curiosidades de la vida, mi amigo Guillermo se preguntaba sobre el origen de la misoginia religiosa en las tres religiones del libro (y en casi todas se puede añadir) tras leer –él sabrá la razón de que en su vida no haya nada más interesante que hacer – mi entrada sobre el Islam y sus bondades con las féminas.
Hoy, por pura casualidad, me he dado la clase de inglés con un documental que habla sobre la olvidada y perseguida mujer del dios de los Judíos, la llamada Ashera, esposa de Yahvé y madre de 17 dioses. Parece lógico trasladar la mentalidad sexual de unas tribus medio salvajes de nómadas pastores al panteón divino y que tan elevados seres pudieran beneficiarse de las holganzas del fornicio. Ahora bien, las curiosidades no acaban con la aparición de esta señora, pues buscando y buscando, nos aparecen varias otras elevadas personalidades femeninas en la extensa zona que va de esa orilla del mediterráneo hasta la Mesopotamia y las riberas del indo, lo que más tarde sería el imperio Persa que Alejandro mandaría al cuerno.
Así, mientras para los judíos Ashera, que quiere decir “la que camina sobre las aguas”, es casi demonizada en el antiguo testamento, Ashteroth fue una diosa importante en la mitologia del medio oriente. Para los sumerios era IN ANNA la diosa que el dios Anus amaba, y fue una figura importante en la mitologia de Sumeria. Para los asirios y babilonios era conocida como Ishtar. Ashtoreth fue llamada así por los cananitas, para los griegos fue Afrodita y para los romanos Venus.
Si a toda esta pléyade de divinidades femeninas sumamos los nombres de Rea, Ceres, Kubala, Cibeles, Ananita de las aguas, Bona Dea etc, la sombra de una antigua dominación mística a cargo de las divinidades femeninas que pierden su hegemonía  ante dioses masculinos importados de no se sabe dónde, nos encontramos con una idea curiosa: la agricultura, que honra la fertilidad femenina de la naturaleza y el suelo, pierde su lugar frente a la ganadería y la guerra desarrollada por los machos y con el cambio de esa orientación, el olimpo se hace macho desterrando a las deidades femeninas.
Como pura especulación no suena mal y es coherente, pues siempre la naturaleza favorece a la hembra que ocupa el terreno de forma estable mientras que l macho es el que, normalmente, se encarga de desperdigar el material genético. Hala, pues a pensar un rato antes del España Portugal, gente.

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