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miércoles, 26 de septiembre de 2012

Title 7

Allí donde la gloria habita

Estos días nos llegan detalles sobre el trato que Ana Tarrés dispensaba a las chicas de su equipo. Habitualmente, y me quejo con frecuencia sobre ello, en España se desconoce algo más del 99,9 de lo que el deporte es, exige y supone. Ana Tarrés es una de las muchas personas responsables de la preparación de un equipo y lo que ahira vamos conociendo podría ser extrapolable a casi todos los deportes de alta competición.
El deporte de élite es fascista, así, sin paliativos, sin disculpas, sin matices. El deporte de élite, todo el deporte de élite busca la gloria y sólo la gloria, lo que pasa es que la gente desconoce que la gloria habita en el territorio que se haya más allá de la frontera del dolor, lejos del sufrimiento y además, desprecia a los que tratan de dulcificar el viaje.
La gloria es inhumana, no sabe de debilidades y las medallas se cuelgan sobre cuerpos vacíos que saben despreciar los gritos y las señales que su cuerpo les manda. Una nadadora, la misma que ha llevado su esfuerzo hasta conseguir dos medallas en los últimos juegos, decía que el "el último largo se nada con el alma, pues el cuerpo ya se ha muerto". Y es verdad. El que piense que no es así, que hay una manera más humana y más digna de hacer las cosas queda fuera, de inmediato, del terreno donde la gloria habita.
Los futuros campeones son hoy, carne picada entregada a la fábrica de sueños que es el deporte, una pirámide elevada sobre miles de cadáveres, los cuerpos de aquellos que hicieron caso a su cuerpo y no a su deseo. De las frases conocidas de esta entrenadora no hay mucho que me sorprenda, pero si hay algo asqueroso al negar el momento de felicidad tras el esfuerzo. Me sobran esas frases que niegan el mérito a alguna de las chicas, pues cuando el premio llega y ya ha pasado todo, es el momento en el que la palabra equipo, y más en un deporte en el que el peor marca el nivel de todo el grupo, se impone a todo y se debe aceptar el juicio de los ajenos al grupo. Esa negación no es sólo fascista, es miserable y malintencionada, es una herida gratuita que si descalifica a quien debe guiar al grupo hasta el lejano país donde la gloria habita.


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