Un enemigo al que no podemos controlar
La historia del hombre ha sido seguida, muy de cerca, por una serie de animales que han conformado su vida y dirigido su evolución en función de nuestros propios actos. Salvo contadísimas excepciones, nosotros no hemos sido conscientes de que eso estaba pasando, pero pasaba y además, el proceso consolidaba su direccionalidad para fortalecer o debilitar especies y hacerlas más o menos viables en condiciones naturales.
De la misma manera que una vaca doméstica sería, hoy, incapaz de sobrevivir en un entorno salvaje, aquellas especies que han sufrido nuestra persecución, se han hecho mucho más fuertes y resistentes. Es el caso de muchos insectos, todas las bacterias ahora resistentes a los antibióticos letales hace apenas 30 años y de otras especies superiores a las que hemos perseguido con saña.
Igual que los gorriones invadieron occidente siguiendo las boñigas de los caballos de Gengis Khan y Atila, las ratas han conquistado el mundo desde las bodegas de los barcos. En los barcos han navegado de un país a otro llevando pestes medievales o a sí mismas como jinetes de la más capaz adaptación.
Hoy leo que el gobierno de Georgia del Sur ha declarado la guerra alas ratas y que pretende acabar con todas ellas. Apuesto 100 contra 1 a que la cosa acaba mal y que lo único que harán esas autoridades bienintencionadas es crear una súper rata que se alimente de raticidas o que use los mismos como postre de fiesta. Seguro.
La lista e especies invasoras que destruyen ecosistemas enteros por culpa del hombre es inmensa,: cerdos en las Islas del Pacífico, zorros, sapos,conejos y roedores en Australia, avispas en Nueva Zelanda, grandes serpientes en La Florida, visones y mapaches americanos en Europa y acabo por no seguir con una lista interminable.
Las aves que anidan en tierra en las islas de Georgia del Sur conseguirán que, por unos años, haya menos ratas y sus nidadas prosperen, pero la rata llegó para quedarse y por mucha pasta que se gasten los listos humanos en exterminarlas, allí seguirán. Me juego la barba.
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