Una estupenda mañana
Los que siguen este blog habrán visto que esta semana han estado ayunos de comentarios y eso ha estado originado por uno de esos “apretones” de trabajo habituales y que nos sumergen, por una temporada, en los profundos lagos del autismo. Bueno, pues yo he pasado por uno de esos periodos y ahora, cuando ya ha pasado la vorágine y una noche de cumplido reposos ha podido reparar los daños, he podido comprobar que todo sigue en su sitio.
Hoy me esperaba una de esas mañanas de casi primavera en las que los prados se vienen arriba con un verde rabioso empapado de aguas nuevas mientras el sol pega en los blancos neveros lejanos de una sierra salpicada de nubes. Nada nuevo, más bien algo eterno para la medida del hombre que pone de manifiesto lo poco importante que es nuestra lave huella por los afanes del mundo.
Unas semanitas de trabajo largo, nada que mate ni por lo que haya que llorar demasiado, un resultado que compensa y los perros que ajenos a todo eso, siguen empeñados en demostraste que lo más importante de tu vida siguen siendo esos ratos en los que ellos son felices buscando rastros recientes, las nubes juegan a hacer que hacen figuras, el sol te calienta los riñones reparando las horas de ordenador y en tu casa las cosas discurren como cada uno se empeña en hacer que discurran.
Vamos, que todo sigue en su sitio por mucho que nos empeñemos en no querer verlo.
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