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domingo, 13 de octubre de 2013

El espacio del hombre



Nuestra historia es la historia de la vanidad, esa vanidad que busca evadir el miedo ante la desaparición inventando el sueño de la inmortalidad. El hombre ha buscado en la vida eterna la explicación de la única vida que conocemos y , hasta que se demuestre lo contrario, la única y en su auxilio ha inventado explicaciones mas o menos complejas para lo que es muy simple: la vida que conocemos empieza y termina en nosotros, no hay más y lo que debería haber sido evidente y suficiente, no hace falta que haya más.
Somos, en palabras de Carl Sagan, “polvo de estrellas que piensan en las estrellas” pero queremos lo que llamamos “más”; queremos trascender, queremos vivir eternamente olvidando la maldición que eso supone, queremos evadirnos y negar la realidad que nos alcanza en cada muerte y en cada nacimiento. Hay un principio y hay un final y eso no cambia, como el imaginar otras esperanzas no cambia el miedo y la inseguridad que se suele observar en aquellos que están cercanos a dar el paso. Es curioso y no se han hecho observaciones precisas, que tampoco vale la pena, pero me gustaría determinar la correlación existente entre un alto grado de “religiosidad” y miedo a la muerte. No es tema de esta entrada, pero posiblemente fuera curioso.
Buscamos un espacio y una permanencia que no tenemos en lugar de asentar nuestro pensamiento en la realidad conocida y disfrutar tanto de nuestra realidad física como del lugar que ocupa el hombre con respecto al resto de especies animales. Lejos del homocentrismo que obligaba al sol a saludarnos cada mañana, la evolución nos demuestra que no hay “arribas” y “abajos”; que los términos superior e inferior nada tienen que ver con la realidad de las especies y el mundo natural, que vive por completo ajeno a esas construcciones y catalogaciones humanas.
El hombre tiene un espacio, un tiempo y un lugar, pero nos empeñamos en no verlo y no aceptarlo; perseguimos un sueño imposible en lugar de integrarnos en el mundo natural con sencillez y con coherencia. A base de soñar con los cielos futuros, seguimos dejando este mundo hecho una basura, seguimos eliminando especies y negando a los animales la participación en los procesos mentales sin aceptar que si bien estamos en diferente grado evolutivo, la maquinaria es la misma y la funcionalidad también lo es.
La verdad es que somos bastante tontos, lo queramos aceptar o no.

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