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martes, 22 de octubre de 2013

Legalidad y visceralidad

Forges, como siempre, genial.


Hoy (por ayer, día 21 de Octubre) nos hemos enterado de que el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo obliga a liberar a uno o varios, ya veremos,  miembros de ETA que permanecen en prisión gracias a la aplicación de la llamada “doctrina Parot”. La cosa tiene varias aproximaciones, pero la primera es que podemos felicitarnos por habitar un espacio social tan garantista y tan organizado como el que disfrutamos en la actualidad. Aquellos enloquecidos que hablan de la “dictadura a la que nos somete España” se habrán dado cuenta de que  España es un estado de derecho inmerso en la UE que cumple –así lo esperamos todos – con todos los tratados internacionales a los que ha puesto firma.
Parece lógico que un sistema tan garantista como el europeo dictamine lo que ha dictaminado: no se pueden alterar la ley y los reglamentos vigentes en el momento de la comisión del delito y en caso de modificación posterior, es el reo el que puede acogerse a una u otra, la anterior o la nueva, pero nunca es el estado el que, arbitrariamente, puede modificar la aplicación de las leyes y menos aún, con carácter retroactivo. La legalidad queda establecida, explicada y aceptada.
Dicho esto, cabe soltar todos los tacos habidos y por haber y arrancarse la cabellera pensando sobre la realidad de las próximas semanas: una asesina sanguinaria de la peor especie va a salir en libertad por la aplicación de esta sentencia. Ella, porque el Gobierno ya ha dicho que cumplirá esta sentencia y que el resto de presos afectados por la aplicación de la doctrina afectada, que tranquilos, que de salir mañana nada de nada. Imagino que, aquellos que no están entre los 30 casos ya presentados a la espera de sentencia, no perderán el tiempo moviendo cada cual su caso en el mismo tribunal, pero ya se andará la cosa.
Esa postura, que acabará como ha acabado el primer caso, no deja de ser un poco cínica y malvada, pero también se entiende que no haya ganas de dejar sueltos a la reala de salvajes que podrían beneficiarse de ese “café para todos”.
Cabreados, indignados y demás “dos”, la verdad es que yo sigo refiriendo este sistema judicial al imperante en los USA o en Corea del Norte; este último reino de la más absoluta arbitrariedad. Es conveniente recordar que donde gobierna la ley, la venganza no se aplica, se aplica la justicia. Menos mal.

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