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domingo, 20 de octubre de 2013

Los tigres de Alá




Dicen sus amantes que "Alá creó los gatos para que el hombre conociera el placer de acariciar un tigre" y cada vez necesitamos con mayor urgencia recuperar el placer de refrescar nuestras raíces. Miles de investigaciones demuestran los beneficios de compartir nuestros espacios con animales, bien sean perros, gatos e incluso pájaros, aunque parece que hay más beneficio en los mamíferos, que esconden secretos bajo su pelo.
Leo que en Madrid se ha inaugurado la llamada Gatoteca en la calle Argumosa, un local multifunción en el que el cliente puede leer mientras acaricia a alguno de los varios gatos presentes en el local; listos para ser adoptados si es que se produce amor a primera vista. Me parece una idea absolutamente genial que va mas allá del mero pet friendly y avanza hacia la idea de "rescate".
¿Qué nos aportan los animales? Cada vez más, los animales nos ayudan a reajustar nuestros balances, nos tranquilizan, nos dan equilibrio y calma; eso por no hablar de compañía, responsabilidad, tono físico y una sensación de enorme placidez. Escribo rodeado de tres perros dormidos tras su paseo: han comido, jugado y ahora dormitan levantando un ojo de vez en cuando para comprobar que todo sigue en su sitio y estirarse un poco convencidos de que se puede seguir durmiendo.
Gatos y perros, desde distancias distintas, nos acompañan desde hace milenios y han trabajado para nosotros de muchas formas, aunque ahora les toca reciclarse y demostrar que son capaces de seguir sorprendiéndonos con sus habilidades: detección precoz de enfermedades, terapia animal, guías y ayudas en cegueras, narcolepsia, epilepsias, sordera y desarrollo medioambiental en residencias y hospitales.
Niños internados en hospitales que acortan su estancia gracias a contar con la compañía de su perro, residencias de ancianos que cuidan gatos y perros pueden comprobar la mejora general de sus internos y del ambiente, prisiones y cualquier colectivo desarrollan una dinámica colectiva mejor, más eficaz, más creativa y más satisfactoria según la medición de múltiples parámetros.
Necesitamos liberar endorfinas y se ha comprobado que acariciar animales con pelo produce esa liberación junto con la sensación de inmenso placer que nos transmiten. Nada se relaja como un gato y es capaz de transmitirnos esa ayuda para relajarnos nosotros también. 
Al final, los del pueblo tenían razón: donde hay pelo, hay alegría. 

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