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jueves, 28 de noviembre de 2013

La UGT ante la condena de la historia


Ellos deberían ser los jueces de la actual UGT

Si toda corrupción política es grave, hay casos en los que la vergüenza aumenta de forma proporcional a las obligaciones históricas heredadas por aquellos que cometen la falta. Como no tengo que presentarme, a estas alturas todos los que me siguen saben que rechazo toda corrupción y que sostengo que los corruptos no tienen partido, tienen ambición, capacidad de traicionar y una falta de moral absoluta que ejercitan contra aquellos que les prestan las siglas y el amparo. No me siento obligado a justificar ninguna corruptela y mucho menos si proviene de aquellos que deberían estar más próximos a mi postura política. Soy mucho más exigente con la ejemplaridad que le exijo a la izquierda, sin duda ninguna, de manera que, cumpliendo el encargo de mi amigo Quique, comentaremos el deleznable caso de UGT y sus andanzas andaluzas.
El movimiento sindical es heredero de una historia de sacrificio, solidaridad, sacrificio y lucha que UGT ha cubierto de vergüenza, sin matices, sin tibiezas y sin paños calientes. UGT se ha contaminado y ha traicionado esa historia y no es la primera vez: ya con el caso de la PSV se había manifestado como una estructura débil ante la proximidad del dinero. Aquello le costó la cabeza a Nicolás Redondo y espero que el caso de los ERES pase a la historia como el arma de destrucción masiva de este sindicato. Nadie tiene la menor excusa: todos a la calle o a la cárcel si es que se demuestra la comisión de delito alguno.
Personalmente, de la derecha de este país no espero nada, pues ni por historia ni por estrategia, es capaz de evolucionar y salir del siglo XIX, pero de los representantes laborales y políticos que se apoderan de las señas de identidad del a izquierda lo exijo todo, empezando por una moralidad intachable y una conducta ejemplar. Así me va, todo hay que decirlo. Posiblemente, lo que acabo de exponer es una seña de identidad de la izquierda, que es bastante escéptica a la hora de comulgar con las ruedas de molino que los que dicen representarla quieren hacerle tragar. Ni en broma.

Es, precisamente, esa exigencia que demanda la historia de los sindicatos la que hace de este caso algo especialmente repulsivo. Que nadie dude de mi más absoluto rechazo y apoyo para que si ha habido conductas delictivas, la justicia sentencie con toda dureza y aplicando los agravantes morales que acabo de intentar explicar. El asco y la repulsión que me merece la actuación de este sindicato en este caso es tanta que, a pesar de haber dejado pasar tiempo para calmarme, dudo de poder expresarme con frialdad. Absolutamente impresentable y repudiable. Sin matices. ¿He sido claro?

2 comentarios:

  1. Clarísimo y participo de tu criterio. Personalmente nunca esperé demasiado de UGT, así que tampoco me sorprendo de que salgas trapos sucios. No obstante no hago más que pensar en los militantes de base de ese sindicato que sean honrados y jamás se hayan visto involucrados en hechos turbulentos, porque supongo que lo estarán pasando mal. Vamos, supongo, aunque en casos que conozco hay mucha ceguera y no querer aceptar hechos. No sé si en el fondo el tema no será otro sino el de siempre: que o revisan el sentido de la organización y la actividad sindical para los tiempos que corren o se verán abocados a la complicidad con los poderes y a la incapacidad y el abandono de la confianza por parte de los trabajadores. Aunque en eso llevamos mucho tiempo y da que pensar que al sistema le interesa este tipo de organización de las que esperan su parte alícuota de control social. Triste.

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  2. Los sindicatos han cambiado mucha libertad por puestos en consejos de Cajas y bancos; han perdido muchas oportunidades de reciclar conceptos y sobre todo, no han sido capaces de generar un moldeo que demuestre las alternativas factibles frente a ese discurso neoliberal de destrucción de todo. Yo me llevé una desilusión enorme en mi primer trabajo cuando vi la realidad del sindicalismo en una dependencia municipal. Era penoso y los personajes que ostentaban la representación sindical sólo tenían una meta n la vida: no dar un palo al agua y fastidiar todo lo posible. Lo mejor para validar el discurso de los contrarios. En fin, el de Andalucía ya ha dimitido y les queda una buena travesía para limpiar la sentina.

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