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viernes, 13 de diciembre de 2013

Camino del planeta de los simios


 
Futuro segurata uniformado a punto de identificar sospechosos en plena calle

 

Ser un simple ciudadano español empieza a ser considerado deporte de riesgo. Me consta que diversas empresas especializadas en el turismo de aventura, ese que busca altos índices en el consumo de adrenalina han iniciado estudios de mercado y andan considerando diferentes alternativas para la implantación de distintas ofertas especializadas, todas ellas centradas en españa.
Nuestro ministro del interior hace piña con el de medio ambiente para que los planes de negocio de estas empresas, unidas a la iniciativa loca, sean exitosos y movilicen enormes capitales que reactivarán nuestra economía. Hay ejemplos concretos que ponen de manifiesto el sutil pero decidido apoyo a las iniciativas coordinadas. Veamos.
El simple turismo verde acaba agotando y es demasiado lento, previsible y anodino, de manera que nada mejor que combinarlo con la sorpresa y la incertidumbre de no saber si el prístino manantial del que vamos a hidratarnos proviene o no de una acuífero contaminado por las acciones del "fracking" tan en boga. Un ejemplo de emoción, riesgo y suspense que puede prolongarse durante años por los efectos secundarios diversos de los componentes químicos utilizados, desde la muerte fulminante a una agonía programada a lo largo de un par de lustros de decadencia y enfermedad.
¿Ir de compras o a una discoteca? Suena aburrido si no introducimos algo más y ese incentivo de alta calidad nos lo aportan los homínidos armados contratados por diferentes empresas  de seguridad responsables del receptivo turístico. Nada más placentero que contar, a la vuelta de unas vacaciones, cómo fuimos identificados, inmovilizados y detenidos arbitrariamente por estos simiescos individuos encargados de amenizar el tiempo libre. Nada de garantías constitucionales o costosas inversiones en formación de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado. No son necesarios dos años de formación para ser capaz de dar un par de hostias bien dadas o patear la cara de un individuo esposado tumbado en el suelo. Con un par de semanas buena práctica guiada y acudir regularmente a un gimnasio donde ponernos hasta el culo de esteroides anabolizantes, vamos que nos matamos. De hecho, parece que los Mossos de Scuadra - o como coño se escriba- andan experimentando la viabilidad de adoptar un programa de formación y despliegue algo similar al comentado, pero no es seguro y hay confirmación al respecto.
Estoy plenamente de acuerdo con este programa de rediseño turístico al que se añadirán, en breve, otros de carácter científico destinados a investigar la incidencia de distintos agentes contaminantes en la modificación genética del ser humano con el objetivo de evaluar las posibilidades reales de generar una raza intermedia entre los antiguos modelos de australopitecus afarensis y los modernos humanos, una selección orientada a nutrir los futuros seguratas y una inagotable fuente de royalties en la patentes genéticas.
No tenemos solución, comprobado.
 

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