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sábado, 7 de diciembre de 2013

NEGOCIO SANGRIENTO

Y todos felices celebrando la salvajada

Leo que el negocio de la caza en España se resiente de la crisis; que los monteros se lo piensan y que la cosa ya no es lo que era. El negocio de la caza en España no es despreciable y hay mucha gente que vive de esa actividad, si bien es cierto que jamás he podido explicarme la razón de tanta popularidad. Lo que yo conozco de la caza me permite comentar sobre el absurdo de dos de las actividades que más dinero mueven: las monterías y la “venta de licencias” (así le lamban en la finca donde estuve trabajando).
Pocas cosas más aburridas, absurdas y sin sentido que participar en una montería siendo, como soy, contrario a la pasión que ves en las caras de aquellos que llegan al punto de reunión henchidos de excitación y luciendo las mejores galas de la “hunter fashion” de Loewe. ¿Deporte? Cero: a los señores monteros hay que llevarlos al puesto en cochecito, no vaya a ser que se nos cansen. Allí se quedan instalados en el puesto, dentro de un cercado adecuadamente pequeño para que de allí no se escapen ni los gorriones esperando que pase algo, suceso que tarda en llegar y que muchas veces no ocurre. Tras unas cuantas horas de nada y ladridos lejanos de los perros -maltrechos, maltratados, famélicos, sin ninguna selección o cuidado - la cosa acaba y los disciplinados trabajadores de la finca pasaba recoger a los intrépidos cazadores. Inefable.
En cuanto a la venta de licencias -un cazador paga por ir un día a la finca y cazar un bicho (Venado, Muflón etc) en solitario - la cosa empeora sustancialmente. Guiado por el guarda se va recorriendo la finca hasta dar el animal adecuado, se baja uno del land rover, le pegas un tiro y a otra cosa, mariposa. Hace ya bastante años que por algo así se pagaban unas 500.000 pesetas, 3.000 euros.
Como eso lo he visto y lo he vivido, no debo opinión a nadie salvo a la fidelidad de mis recuerdos, de manera que no doy ni un pase a los afamados argumentos del atavismo de la caza, la pulsión primigenia de la especie y demás chorradas. Lo que yo he visto se asemeja a darse un paseo por el zoo cargado de malos instintos y un buen rifle y dejar aquello hecho un matadero lleno de bichos muertos. Ni más, ni menos.
España tiene un patrimonio cinegético hinchado artificialmente al servicio de la caza. Las fincas se cercan y se acuartelan  sosteniendo una población artificial gracias al reparto de piensos y comida, gasto que hay que recuperar vendiendo muertes. Para sostener esta actividad se han hecho leyes -la más famosa la última de la caza con lanza en Castilla La Mancha - vergonzantes que sirven sólo a unos cuantos fanáticos ávidos de muerte y a sus vendedores.
Tenemos paisajes y riqueza natural como para que ese patrimonio se convierta en negocio potenciando la observación de especies y el disfrute de espacios inmensamente bellos que no precisan convertir nuestros campos en mataderos repugnantes.

A ver si espabilamos y aprovechamos esta crisis para cambiar rifles por cámaras y conseguimos un país competitivo en un sector que promete cada vez más futuro: el turismo verde. 

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