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viernes, 4 de abril de 2014

ESPERANZA EN EL ESPERPENTO:UNA LOCURA COLECTIVA


Que España es un país al borde del absurdo es algo sabido, pero que nos hubieran entregado a la locura es algo nuevo. Desde ayer, fecha en la que Esperanza Aguirre tuvo a bien regalarnos con una elevada demostración de ego, chulería y despotismo, todo se ha precipitado hacia el terreno de la Psiquiatría más elevada.
Con independencia de que una actuación similar ejecutada en los USA le hubiera conducido a la comisaría más próxima esposada y detenida sin miramientos, parece que la tal Esperanza considera normal y poco sorprendente llegar a su casa perseguida por dos o tres motos de los agentes de movilidad haciéndole aspavientos. Vamos, algo que a todos nos pasa eso dos o tres veces cada semana. ¿A esta señora no se le ha ocurrido pensar que eso no es algo normal?
Esperanza ha pasado al ataque, se ha dedicado a ridiculizar a los agentes implicados, se ha hecho la víctima, ha dicho cosas contrarias a lo que recoge el atestado y con ello,  ha hecho que hoy la locura haya llegado a los medios de comunicación del PP, incluida la ínclita Mariló Montero, decididos a aplaudir la conducta de la famosa “lideresa” olvidando cualquier rastro de sensatez y cordura. Por su parte, sus enemigos internos ya han comentado,  tímidamente eso si, que los agentes tienen la presunción de veracidad y que ya veremos qué pasa con todo este lío.
Desde mi punto de vista y hablando de las implicaciones políticas –las legales ya se verán en su momento – una actuación como la que ayer tuvo esta señora sólo tiene una consecuencia posible: su desaparición de la vida pública, la dimisión o cese de todos sus cargos y el retiro de por vida en una alejada región de la Patagonia Chilena, con absoluta independencia de colores o filiaciones.
De verdad no puedo entender que alguien cuyos comportamientos deberían ser ejemplares se obstine en el error de una manera tan burda y tan poco edificante, pero ella sólo es una más, la constatación de que la cosa pública de este país se ha deteriorado de tal forma que hay quien, incluso, entiende como normal algo tan aberrante como lo vivido ayer.

Llegados a este punto sólo cabe una alternativa: borrarse, bajarse en marcha y que les den pomada. Toda una pena.

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